El doctor Jorge González Sánchez, especialista del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (CEIICH UNAM), forma parte de un grupo de científicos pertenecientes a diversas disciplinas, dedicados al estudio y desarrollo de comunidades del conocimiento y cibercultura.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el especialista nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) explicó que en sus estudios, el concepto de cibercultura lo aborda desde la perspectiva etimológica.
Dr. Jorge González Sánchez.
“El prefijo ciber no significa computadora, viene del griego kybernetes, que es el timonel, el que lleva el timón, el que lleva el volante, el que guía una navegación; yo lo traduzco como la capacidad de autodeterminación, que seamos capaces de autodeterminar a dónde queremos ir”, refirió.
Expuso que gracias a que es posible cultivar la capacidad de las comunidades para autodeterminar su crecimiento, se conforma el concepto “cibercultur@”, acuñado por el propio investigador.
“Estudio cómo una comunidad que no tenía diferenciación clara de su hacer y su ser social, construye una diferenciación de quiénes son en la vida, en el mundo y qué pueden hacer, cómo pasan de conocer menos a conocer más para resolver problemas concretos, a eso le llamo ‘cibercultur@’”, detalló Jorge González.
Un modelo en el desierto de San Luis Potosí
Desde hace nueve años, el doctor Jorge González y su grupo de investigación trabajan en el altiplano Potosino con comunidades de pastores y mujeres que se organizan en cooperativas para la producción de queso de cabra y cactáceas, con campesinos y pobladores de pequeñas ciudades mineras.
“Cuando necesitas al otro para trabajar pasan cosas interesantísimas, no les damos clases, la gente sola, conversando y escuchándose, teje relaciones que antes no estaban indicadas ni percibidas. El orden social tiende a que vayas por la vida solo, pero cuando ellos se ponen a conversar, brillan y las cosas comienzan a cambiar”, destacó.
Mencionó que a través de este proyecto de investigación han trabajado con pastores de cabras, campesinos, ejidatarios, amas de casa, colonos suburbanos, estudiantes, profesores y universitarios de todas las disciplinas, para formar comunidades emergentes de conocimiento.
Investigadores como facilitadores
Respecto al tipo de herramientas que utilizan en comunidades de San Luis Potosí para impulsar procesos sociales basados en el desarrollo de “cibercultur@”, el investigador de la UNAM comentó que van desde talleres de identificación de problemas comunes hasta cartografías urbanas y uso de cómputo para recuperar, organizar y generar información sobre las problemáticas que las comunidades definen como importantes.
“Aunque viven ahí, muchos de los pobladores no conocen aspectos importantes de su tierra, su ciudad, su ranchito, sus plantas y animales, entonces ellos hacen cartografías de su zona; en Charcas, San Luis Potosí, por ejemplo, una comunidad emergente de conocimiento local se bautizó como ‘la otra mina de Charcas’ porque hay una mina que tiene 500 años trabajando ahí sin parar, pero toda la riqueza que ha generado en tantos años no se queda en la ciudad”, comentó.
Consideró que la tarea de los investigadores es facilitar procesos para que la comunidad se reconozca y dotarla de herramientas con las que sus individuos tomen conciencia del lugar en que viven y el rol que desempeñan frente a las situaciones que no desean que permanezcan igual.
“Empezamos porque ellos detecten sus propios problemas y conversen sobre ellos, entonces ya se han formado pequeños colectivos de mujeres que luchan por sus derechos en las zonas mineras, Cooperativas de producción de leche de cabra y quesos, escamoles, colectivos para la defensa del territorio frente a despojos de grandes mineras”, indicó.