Conacyt- El sexting es el uso de los medios electrónicos para enviar fotografías o videos para la exposición del cuerpo, por estadística, las personas que más lo realizan son menores de edad, indicó la investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (FES Iztacala) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la doctora Alba Luz Robles Mendoza.
El sexting es un fenómeno que se presenta principalmente en jóvenes entre los 12 y 20 años de edad a través de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp o Snapchat.
Los riesgos de exponer imágenes íntimas en este tipo de aplicaciones son variados, pero el más frecuente es el reenvío a terceros; según un estudio de la Universidad de Calgary en Canadá, uno de cada ocho jóvenes ha enviado un mensaje con contenido sexual sin consentimiento.
El sexting es peligroso en un contexto en donde los delitos cibernéticos todavía no están bien tipificados, como es el caso de México; sin embargo, algunas redes sociales como Facebook y Twitter ya implementan algoritmos que reconocen las imágenes de desnudos y las bloquean para evitar su propagación.
Para la doctora Robles Mendoza, el hecho de intercambiar fotos de forma voluntaria no representa un hecho delictivo, por lo que no hay una condición de víctima y victimario.
Por esto, el sexting no representa algo negativo en sí, el problema radica en el mal uso que las personas dan al contenido que reciben a través de la confianza que les depositó la otra persona.
“Se toman selfies en las cuales muestran su cuerpo, y lo hacen en la mayoría de los casos con la intención de difundirlo y generar una respuesta positiva del receptor. Este hecho no lo ven con una connotación agresiva sino como una vía de socialización”, explicó la doctora, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Asimismo, aclaró que en esta etapa las y los adolescentes y preadolescentes están en busca de su identidad social, por lo que buscan formas de interactuar, socializar y pertenecer al grupo social acorde con su edad, con el que se sienten identificados.
Generalmente quienes se comparten fotos de carácter sexual tienen una relación de confianza, razón por la que no perciben la sensación de peligro de que esas imágenes sean expuestas a un público mayor, explicó.
Pornovenganza: consecuencias psicológicas y legales
La doctora explicó que la pornovenganza y el ciberacoso pueden ser muy perjudiciales para la salud emocional de los individuos porque pueden llegar a sentirse culpables de lo que ocurrió, y a menudo sus contextos refuerzan ese sentimiento.
La pornovenganza es la publicación de videos, imágenes y grabaciones de tipo sexual sin el consentimiento de la persona que se identifica en el contenido.
Las consecuencias de un caso de pornovenganza se vuelven más graves para la víctima cuando viven en familias rígidas o con valores religiosos más arraigados, porque creen que puede haber represalias por parte de los padres al enterarse de la situación.
Por ello, uno de los factores que potencializan el daño emocional a las víctimas de pornovenganza es el castigo, y esto implica una pérdida de confianza con su núcleo familiar, según la jefa de la carrera de psicología de la FES Iztacala.
Aunado a esto, la baja autoestima de algunos jóvenes puede hacer que al ser reveladas estas fotos, su intimidad se quiebre y los lleve a un estado de depresión.
Desde el punto de vista psicológico, la intervención para las personas que han sufrido de pornovenganza depende del daño o el impacto que haya tenido el hecho en sus vidas, dijo la doctora Robles Mendoza en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
También dijo que no todas las víctimas de pornovenganza presentan una consecuencia psicoemocional, ya que depende de la edad, del tipo de personalidad y de la condición familiar.
Además de psicóloga, la doctora Alba Luz Robles Mendoza también es abogada, por lo que aseguró que la tipificación del delito en la Ciudad de México será una propuesta de ley para este año.
Yucatán será la primera entidad federativa en contar con una ley que sanciona delitos como el sexting, la pornovenganza y la “sextorsión”.
Sin embargo, a nivel federal todavía falta se ratifique en la Cámara de Diputados la iniciativa a la reforma de ley que se promovió y aprobó en el Senado de la República a finales de 2017.
Víctima de la pornovenganza
Ana Baquedano Celorio es una joven estudiante de psicología de Mérida, Yucatán. Ella vivía una vida como cualquier otra, en la que tenía un novio con el que intercambió fotos.
Terminó su relación y recordó aquellas fotos que en su momento había enviado, por lo que se preocupó. “No concebía que mi familia se pudiera enterar o pudieran ver la foto”, recordó.
A partir de ese momento, todos los días Ana pensaba en esa foto y en lo que pasaría si su ex novio decidía compartirla. Sus temores se confirmaron cuando este difundió en redes sociales la fotografía que la exhibía desnuda en un baño.
“Yo ya no podía seguir con mi vida porque todo el tiempo estaba pensando en la foto”, ese sentimiento la llevó con un psicólogo con quien reforzó su personalidad.
Después de que el psicólogo la dio de alta, ella entró a la universidad y en el segundo semestre de su carrera, la foto se hizo presente. Sus temores aparecieron, su vida se modificó por completo y todos la miraban como un objeto, cambiando su percepción de ella radicalmente.
A partir de esa situación se derivó un constante acoso escolar por parte de sus compañeros y la situación englobó varios factores en todos sus círculos sociales, lo que la llevó a pensar en el suicidio como la única salida.
“Esto fue porque la sociedad me orilló a pensar que yo tenía la culpa de lo que me había pasado, ahora sé que en este tipo de situaciones, la víctima nunca tiene la culpa”, explicó en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
Ana cuenta lo difícil que fue pasar la situación de que la foto —de ella desnuda— se hiciera viral y que se publicara en un blog con su información personal detallada.
“La gente ya no me veía como una persona sino como algo más, me veían el cuerpo en vez de verme a la cara”.
Comentó que en este tipo de situaciones las cosas se salen de control y una historia íntima se vuelve de dominio público, por lo que la víctima pierde su intimidad.
Para Ana Baquedano, una situación como la que vivió hace que el autoconcepto decaiga mucho. Lo que desencadena problemas psicológicos y de autoestima.
“Estaba sofocada de que la gente se acercara e hiciera comentarios hirientes acerca de mi foto o cosas así, trataban de darme consejos pero desde una visión machista”.
Esto se daba porque todos partían del pensamiento de responsabilizar a la víctima por enviar la foto.
Ana Baquedano se dio cuenta que se sentía bien al hablarlo y que eso podía ayudar a evitar consecuencias fatales con otras personas que habían vivido la misma situación.
Ahí nació el proyecto La niña de la foto, que busca empoderar a más víctimas para que se atrevan a denunciar y acudan con especialistas que les puedan dar ese apoyo que necesitan.
“Con las redes sociales todas las personas se sienten con el derecho de juzgar a las demás personas por simples imágenes, y son inconscientes del daño emocional que pueden causar”, comentó en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
En las pláticas y conferencias que Ana Baquedano realiza, cuenta el proceso de su historia y cómo consiguió salir adelante, esto para crear conciencia de que las víctimas no tienen la culpa de lo que les sucedió.
A través de estas, Ana Baquedano se dedica a concientizar alrededor de la pornovenganza en escuelas y universidades; además promovió la iniciativa de ley que castiga este fenómeno en Yucatán.
Gracias a esto se aprobó por unanimidad en el congreso de Yucatán la tipificación del delito a la persona que difunda material gráfico con contenido ya sea pornográfico o erótico, sin autorización del o de la protagonista, y será sancionado con años de cárcel y con pago de Unidad de Medidas de Actualización.
La culpa no es de la víctima
Culpabilizar a la víctima de pornovenganza es casi como creer que las mujeres tienen la culpa de ser violadas por el hecho de usar minifalda, coincidieron las especialistas.
Las campañas en contra del sexting atentan contra la libertad de las personas. El hecho de que te tomes una foto, con o sin bikini, no tiene que ser sujeto a castigo por parte de la ley, dijo la doctora Alba Robles Mendoza.
Explicó que no se puede limitar la libertad de las personas que decidan compartir una parte de su intimidad con otra persona a través de los medios digitales.
Para las especialistas, el castigo y la culpa es de la persona que decide reenviar el contenido, sabiendo que puede vulnerar de muchas formas a la persona que aparece en la imagen.
“El problema no es enviar fotos a una persona que le tienes confianza, el error siempre va a ser de la persona que elige querer lastimar a alguien más, distribuyendo sus fotos íntimas”, acotó Ana Baquedano Celorio.