Para las personas que no pueden caminar y no tienen recursos económicos, tener una silla de ruedas es un sueño. No contar con esta u otras herramientas para su movilidad, para su independencia, las condena a quedarse encerradas en sus casas.

Pero además de no poder desplazarse, esta situación afecta su estado de ánimo y hasta su actitud ante la vida.  En muchos casos, esa circunstancia agrava su padecimiento, e impacta negativamente en sus relaciones familiares y entorno social.

María Isabel Nava Robles, es una persona discapacitada de Cuernavaca, que forma  parte de la Asociación Civil Autónoma, Libertad en Movimiento (Alem A.C.) en donde colabora con la reparación de sillas de ruedas. Ella dice que siempre hay manera de salir adelante.

Consideró que es insuficiente la infraestructura urbana para personas que se desplazan en silla de ruedas, pero además, para personas mayores.