Desde hace 35 años, desde Ocuilan de Arteaga, Estado de México; Noé Gómez llega muy temprano al tianguis de Xoxocotla como cada domingo y ya tiene gente que lo espera; que llegan desde varios puntos de Morelos, del Estado de México, de Guerrero; porque aseguran que el pulque de Ocuilan es original.
Luis Barrera de la Rosa del municipio de Zacatepec lleva 10 años tomándolo y cuenta que se toma un litro allí mismo y le surten seis litros para toda la semana.
Los hermanos José y Jorge Juárez cada ocho días llegan desde Zacapalco, Guerrero a tomarse sus buenos litros de pulque.
Además del pulque ofrece un rico aguamiel.
El pulque es una bebida fermentada tradicional de México, cuyo origen es prehispánico y que se elabora de la fermentación de la savia popularmente conocido como aguamiel del agave o maguey; por esa razón ambos son llamados maguey pulquero.
El origen de la palabra pulque, se puede decir que proviene de un vocablo de las islas del Atlántico que significa “podrido” y que fue usado por los españoles como peyorativo para el octli, de origen náhuatl, que es el nombre original y se refiere exclusivamente a la bebida embriagante y a los rituales en torno a ella, como refleja el Gran Diccionario Náhuatl de la UNAM.
La bebida de los dioses La antropóloga y periodista Sonia Iglesias y Cabrera explica en su artículo El pulque, la bebida de los Dioses, cómo fue que a través de la adopción de costumbres de los pueblos conquistados, la cultura azteca comenzó a rendir culto a la bebida producida en el centro de México y a los efectos de embriaguez que la acompañaban. Como se puede apreciar en el Códice Laud, los aztecas retomaron fuertemente en su tradición religiosa a la figura de Mayáhuel, la diosa del maguey mixteca, y la de Patécat, el dios de la medicina y del peyote, quienes “crearon juntos el pulque”, y que adquirieron un significado místico y ritual para el grueso de los pueblos mesoamericanos.
Los aztecas también preservaron el culto hacia algunas deidades huastecas relacionadas con la embriaguez y el pulque, como los Centzon Totochtin (cuatrocientos señores conejos), quienes son los “guardianes” de esta bebida, ya que según la tradición huasteca, los seres humanos descubrieron el pulque gracias a esos animales.
El consumo del pulque era considerado digno de los dioses y constituía un símbolo ritual de carácter político y religioso. Su consumo estaba restringido a los sacerdotes, a la nobleza y a los ancianos; sin embargo, en algunas fiestas y ceremonias el consumo de éste era permitido incluso para los niños, explica Iglesias.