Las piñatas son originarias de China donde se utilizaban para las celebraciones de año nuevo.
Según narra Marco Polo en su libro “ll Millione” también conocido como “Los Viajes de Marco Polo”, Marco Polo llevó esa tradición a Italia en donde se adaptó a las festividades de la Cuaresma. De allí pasaron a España y después de la Conquista, este objeto se difundió y se hizo presente en México.
Sin embargo, también existe evidencia de que los aztecas realizaban una festividad similar para celebrar al dios Huitzilopochtli.
Ya en nuestro país, la piñata comenzó a utilizarse como herramienta de evangelización en el Nuevo Mundo.
José Refugio Martínez vecino de la colonia Cuauhtémoc del municipio de Jojutla hace piñatas desde los nueve años de edad en el que comenta que su mamá Mercedes Nava mejor conocida como doña Meche le enseñó a hacer piñatas de barro, por lo que ya es una tradición familiar que se mantiene.
Cuco, como es conocido, lleva 50 años realizando piñatas, y nos mostró una de cuatro picos, en la que el papel estaño es parte del material, que es muy poco común en Morelos y casi nadie lo trabaja.
Una hora es la que tarda en hacerlas y tiene mucha variedad en colores. Nunca falta la de cuatro picos, que son los cuatro puntos cardinales; la piñata tradicional es la de siete picos que explica que en la religión católica se habla de los siete pecados capitales.
Dijo que la estrella original es de cinco picos que es la que en su momento vieron los Reyes Magos, que fue cuando nació el niño Jesús.
Por muchos años ha vendido sus piñatas en el mercado Benito Juárez en donde su hermano tiene un puesto de verduras y allí es donde las exhibe.
Los precios de las piñatas están sobre los 70 pesos que es la que dan en el mercado en 80, la de 7 picos vale 90 pesos; las chicas son las que usan para adornar las fachadas, las terrazas y en lugares donde se ven muy vistosas y están en 40 pesos.
Inicia 10 días antes de empezar el mes para que no lo agarren las prisas y el engrudo que utiliza es harina de pan con agua.