Como cada año, miles de personas visitaron el panteón viejo de Jojutla este dos de noviembre, para recordar, platicar, o sentir que estaban cerca de sus seres queridos.
Desde muy temprano, comenzó a llegar la gente, que atrajo además a un numeroso grupo de vendedores.

 
No faltó la música, ni los niños que limpiaban las tumbas o acarreaban agua a cambio de propinas. Por cierto, las personas se quejaron de que apenas salía un chorrito de agua de la llave. Otra queja fue la de los sanitarios, que no han sido mejorados desde hace años.
La gente entraba y salía.
A algunos les costó mil pesos adornar su tumba, otros, fueron más austeros.


También hubo alerta por posibles robos, ya que en años anteriores, los vivos se han llevado las pertenencias de quienes visitan a sus muertos.
En contraste con el resto del año, el viejo panteón, que alberga a los antiguos jojutlenses, revivió en estos días de muertos, con el brillante color de las flores, la luz de las velas y el ir y venir de las personas.