Te presentamos algunos de los seres mitológicos de diferentes culturas que se relacionan con el agua

 

Yacuruna. Así es, se trata del mismo “monstruo” que viste en la premiada película de La Forma del Agua. Es uno de los espíritus más importantes del Amazonas. Tiene la capacidad de controlar a todos los animales del agua. Los chamanes y curanderos lo invocan para para hacer el bien o el mal.

Cuenta la leyenda que Yacuruna viaja por el río Amazonas durante la noche, montado sobre el lomo de un enorme cocodrilo negro y lleva por collar una boa enroscada en el cuello. Tiene el poder de convertirse en un hombre atractivo para raptar a bellas doncellas y las lleva con él hasta las profundidades y jamás se vuelve a saber de ellas.

Amaru. Significa serpiente de gran tamaño en lengua quechua. Es una deidad del pueblo aimara, de América del Sur, principalmente en Perú. Se representa como un animal híbrido con cuerpo de serpiente, alas de águila y cabeza de llama.

Este ser era vinculado con las aguas que regaban las tierras de cultivo de los antiguos peruanos y representaba la vitalidad para los aimaras. Amaru controlaba el agua que corría por los canales, ríos y vertientes. Cuenta la leyenda que todo lo que compone la vida estaba escrito en las escamas de este fantástico animal.
Atabey. Diosa del mar, la luna y la fertilidad de los taínos, que se trata de un pueblo casi extinto, de origen arahuaco, que en su momento vivió en gran parte del archipiélago de las Antillas y en los poblados costeros del Mar Caribe.

Para los taínos, Atabey era el principio femenino del mundo y madre de Yúcahu, su deidad principal, a quien concibió sin necesidad de un hombre. La diosa madre era personificada como una rana.

 

Coventina. Diosa celta de las aguas, de la abundancia y la fecundidad. Su culto se extendió al sur de Francia, en la provincia de Lugo, así como en el norte de Inglaterra. En Carrawburgh, condado de Northumberland, existe un templo en su honor. Esta deidad tenía la capacidad de curar, limpiar, purificar o fertilizar con el agua del manantial sagrado que protegía.

Coventina aparece como la más importante diosa acuática de Gran Bretaña septentrional cuando la zona estaba habitada por celtas-britones. Los romanos le dieron los títulos de “Sancta” y “Augusta”, que ellos utilizaban para denominar a sus propias deidades.

Airón. Antes de que los romanos conquistaran gran parte de Europa, en la antigua Hispania existía un culto muy arraigado hacia el dios Airón, quien es relacionado con las aguas subterráneas, pozos y lagunas.

También es considerado una deidad del inframundo que posee un carácter ambivalente. Al controlar el agua crea vida, pero también representaba la muerte porque las almas de los fallecidos quedaban atrapadas en las profundidades.

 

Derceto. Es una diosa de la mitología asiria, un imperio de la antigüedad que ocupaba el norte de la antigua Mesopotamia. Era representada en forma de pez con cabeza, brazos y pecho de mujer. A ella le estaban consagrados los mares y los peces. Se le rendía culto en templos en los que había grandes estanques.

Esta deidad, casada con el dios Hadad, era la representación de la fertilidad en la naturaleza. Su adoración penetró en la cultura griega y posteriormente en la romana, donde se le consideró una divinidad fecundadora y creadora de  todas las cosas, por lo que fue identificada con Rea-Cibéles y Afrodita.

 

Mama Cocha (Mamacocha). En quechua significa Madre de las Agua. Se trata de la deidad inca de todas las aguas. Representa el mar, la marea, así como los lagos, ríos y fuentes. Sus hijos eran los manantiales. Se le rendía culto para calmar las aguas bravas y de dicha forma conseguir una mejor pesca.Esposa del dios supremo Viracocha, Mama Cocha también era la deidad que representaba todo lo que era femenino y, del mismo modo, daba equilibrio al mundo.

Esta deidad era adorada en las zonas costeras de Perú, Ecuador, el sur de Colombia y el norte de Chile, donde la pesca era una actividad común y esencial para la alimentación y el comercio de los pobladores de la región.

 

Yemayá o Jemanjá. Es la Orisha (divinidad) de la fertilidad en la religión yoruba de Nigeria. Originalmente está asociada con los ríos, el mar y en general con cualquier cuerpo de agua, además también la consideraban como un símbolo de fertilidad y maternidad. Su adoración llegó al continente americano en la época del tráfico de esclavos africanos.

El 2 de febrero se realiza su celebración en varios países americanos del Atlántico sur. Dicho día, personas de cultos tales como el Africanismo, el Candomblé y la Umbanda (incluida la Quimbanda) van hacia el mar llevando barcas con ofrendas, también llamadas “ferramentas”.
Watatsumi (también conocido como Shio-Zuchi, El viejo hombre de las mareas). En el sintoísmo es el más importante de los muchos dioses marinos. Es el dominador de los peces y de todos los seres vivientes del mar y además es quien domina las mareas. Tiene el poder de controlar a cualquier criatura que nade en el mar (incluyendo a los hombres) y puede mover las aguas del océano a su antojo. En su forma verdadera es un dragón de color verde, pero también se transforma en un anciano con agallas.

Váruna. En el marco del hinduismo, Váruna es el dios del océano. Su vajana (vahana: ‘vehículo’) era un ser que a menudo es representado con una forma similar a la de un cocodrilo llamado Makara. Según el texto épico Ramayana, Váruna era dueño de Saumanasá, el Elefante del Oeste, uno de los cuatro paquidermos que sostienen el universo.

Ameonna. En la mitología japonesa es un Yokai (espíritu femenino) capaz de atraer la lluvia con sólo lamerse la mano. Proviene de una deidad china. Por la mañana adopta la forma de una nube y de noche se convierte en lluvia. Actualmente, el término ameonna o ameotoko (su equivalente en masculino) se utiliza para expresar “no tener suerte” , es la persona a la que la lluvia parece seguirle a donde vaya.

Comisión Nacional del Agua