Científicos del Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA), junto con una empresa saltillense, desarrollaron un proceso de nanoencapsulación de ácido kójico, obtenido a partir de residuos agroindustriales, con potencial aplicación contra el melasma —hiperpigmentación de la piel.
Este proyecto fue financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) a través del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) 2016.
“El proyecto globalmente es aprovechar residuos de origen agrícola. En CIQA, partimos del encapsulamiento del ácido kójico en cierto tipo de biopolímeros, particularmente trabajamos con biopolímeros producidos por bacterias de diferentes especies, en especial del género Bacillus. Este polímero es conocido en el argot científico como ácido poliglutámico”, comentó el doctor Jorge Romero García, investigador titular C del Departamento de Materiales Avanzados del CIQA.
Una vida sin manchas
El especialista agregó que este proyecto busca la encapsulación de ácido kójico con aplicación en el melasma, que es una enfermedad de la piel que produce hiperpigmentación y, aunque no es una enfermedad en sí de consecuencias graves, causa estragos en el paciente y, en algunos casos, puede ser origen de cáncer de piel.
El ácido kójico propicia que disminuya o desaparezca, en ocasiones, esta hiperpigmentación de la piel. Esta investigación utilizó residuos de tipo agroindustrial que ya no tienen aplicaciones como rastrojo, cáscaras de semillas u otro tipo de materiales que normalmente son desechos o contaminantes.
El investigador explicó que una vez que la bacteria produce el ácido poliglutámico mediante la fermentación, lo excreta al medio de cultivo y del medio de cultivo se aísla, purifica, y el material puro es utilizado en la encapsulación del ácido kójico. En este caso fue una encapsulación que se realizó con el quitosán, otro polímero de origen biológico con diversas aplicaciones que está presente en el caparazón de los crustáceos, principalmente camarones, langostas y muchos otros organismos acuáticos y terrestres que tienen este tipo de caparazón.
“Con estos dos polímeros fuimos capaces de desarrollar un método que nos permitió formar nanocápsulas y confinar el ácido kójico en el interior de estas. Una vez confinado, el paso siguiente fue caracterizar algunos aspectos que son muy importantes y relevantes para este tipo de materiales, como son el tamaño de la partícula o la nanocápsula que está en el orden de 80 a 120 nanómetros de tamaño”, explicó el investigador.
El especialista indicó que con este proceso comprobaron que es posible encapsular en porcentaje alto el ácido kójico. Después de esta etapa, evaluaron y determinaron que la liberación del ácido kójico encapsulado es paulatina, con especial atención en mantener una concentración efectiva biológicamente.
Investigación en proceso
El doctor Romero García añadió que en un año una investigación de esta naturaleza no puede concluirse y, por lo tanto, este proyecto continuaría. Además, mencionó que la principal aplicación de este desarrollo es en el sector médico; sin embargo,
“El potencial es muy alto, la siguiente etapa, dependiendo de la empresa, sería probar, en cultivo de células animales o humanas, la efectividad para la ignición de la formación del pigmento, sobre todo células que forman parte de la piel. Una vez realizado esto hay que ver que el material sea biocompatible, biodegradable, no tenga efectos tóxicos o efectos dañinos para las células o el organismo donde se desea aplicar”, puntualizó el científico.
El investigador destacó que este proyecto representa un ejemplo de lo que el grupo de especialistas del CIQA puede realizar en esta disciplina, gracias a la experiencia acumulada, capacidad científica-académica e infraestructura para desarrollar este tipo de proyectos. Extendió la invitación y compromiso para ayudar y colaborar con muchas otras industrias a nivel nacional e inclusive internacional.
también puede aplicarse en la industria biotecnológica y farmacéutica.