Sacar una orquídea de su hábitat para después venderla es un acto ilegal. La normativa mexicana protege las especies en peligro de extinción, entre las que se encuentra esta planta de delicada flor. Pero en la región más al sur de México, en el Soconusco, Chiapas, una parte de la venta ilegal tiene origen en la situación de pobreza en que se encuentra la población.
El tema es bastante delicado, considera Isidro Ovando Medina, investigador del Instituto de Biociencias de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), a quien le parece injusto que se acuse a mujeres del medio rural que se dedican a vender orquídeas, pero a las que no se les da una alternativa de subsistencia. Por otro lado, el investigador y su grupo de trabajo consideran que la verdadera amenaza para las orquídeas es la urbanización y el uso indiscriminado de pesticidas en la región. Estas actividades humanas acaban con dos de los organismos que las orquídeas necesitan para sobrevivir: los árboles y los hongos micorrízicos.
Ante este problema, el grupo de trabajo de Isidro Ovando ha encontrado diferentes métodos para germinar orquídeas en el laboratorio y han comenzado a reintroducirlas en el bosque tropical con el fin de ayudar a recuperar sus poblaciones. El equipo trabaja sobre todo con la especie Guarianthe skinneri, que tiene un valor cultural para las comunidades del Soconusco.
Problemas para reproducirse
En general, las orquídeas tienen dos estrategias de reproducción, una denominada reproducción vegetativa, en la que la planta madre da lugar a pequeños hijos que portan la misma información genética que ella. Estos pequeños clones ocuparán el lugar de la planta madre cuando muera.
“Sin embargo, es muy escaso el número de hijos que una orquídea puede dar. Así que su otra gran estrategia es la producción de semillas. Ellas dan un fruto al que llamamos cápsula. Dentro de la cápsula están las semillas, que pueden ser muy abundantes, tantas como un millón de semillas por cápsula”.
Las orquídeas han pasado por una adaptación evolutiva que les permite aprovechar el viento para dispersar sus semillas, explica el científico, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). De hecho, las semillas son tan pequeñas que parecen polvo y son transportadas fácilmente por el viento a otros ambientes, donde pueden adherirse a la corteza de otros árboles y germinar.
Pero las orquídeas necesitan de un elemento más para desarrollarse, si en el árbol que fueron depositadas no encuentran hongos micorrízicos, las semillas no podrán germinar.
Los hongos micorrízicos son un tipo de hongos que hacen comunidad con las orquídeas, los hongos proveen de alimento a las semillas para su germinación hasta el momento en que la pequeña orquídea adquiere su color verde y es capaz de hacer la fotosíntesis y alimentarse por sí misma. En ese momento los papeles se invierten y es la orquídea la que provee de alimento a los hongos.
El gran problema es que en la región del Soconusco el uso poco controlado de pesticidas inhibe el crecimiento de una gran variedad de hongos, incluso de los benéficos. Lo que sucede es que las orquídeas pueden llegar a un árbol adecuado para crecer, pero sin la presencia de los hongos la semilla no puede germinar.
Germinación artificial
Desde 1922, se sabe que las semillas de orquídea pueden germinar artificialmente sin la necesidad de los hongos, explica Isidro Ovando. Pero este tipo de germinación, denominada asimbiótica, necesita condiciones diferentes para cada una de las más de 25 mil especies de orquídea que existen en el mundo. Es por eso que para determinar la mejor forma de germinar una especie de orquídea se necesita de gran cantidad de investigación.
Pero el cuerpo académico de Biotecnología Avanzada que encabeza el doctor Miguel Salvador Figueroa, del cual forma parte Isidro Ovando, lleva ya más de 18 años trabajando con este tema y han encontrado la temperatura, los medios de cultivo y las fuentes de azúcares más adecuadas para la germinación de algunas especies de orquídeas que habitan el sur del país. Además se encuentran investigando cuáles son los árboles que prefieren las orquídeas para desarrollarse y cuál es el mejor método para adherirlas a ellos.
El grupo utiliza estos conocimientos para hacer crecer distintas especies, pero principalmente Guarianthe skinneri, una orquídea que en la región es llamada Candelaria y que es muy apreciada, pues su floración coincide con la fecha de la fiesta de La Candelaria.
“Hemos desarrollado los métodos de reproducción no para la comercialización sino para la reintroducción en la naturaleza. Tenemos un convenio con el jardín botánico La Orquídea, dirigido por don Antonio Zavala, un entusiasta de las orquídeas. Nosotros las germinamos en el laboratorio y ellos las aclimatan a las condiciones ambientales y las regresan a la naturaleza. Es un trabajo de muchos años que tiene como objetivo rehabilitar las poblaciones de esta orquídea en su hábitat natural”.
La importancia de las orquídeas en los bosques tropicales
Podría pensarse que no es un problema grave la extinción de una orquídea, es tan solo una planta con una flor peculiar. Pero Isidro Ovando recuerda que dentro de los ecosistemas todas las especies tienen una función, incluso las que parecieran dañinas.
Las orquídeas son una fuente de néctar para insectos polinizadores y murciélagos. De hecho, para mantenerse, las abejas necesitan visitar otras fuentes de néctar y no solo los cultivos que nos dan alimento.
Por su forma de roseta, son hábitat de microorganismos e insectos, incluso ranas o anfibios de mayor tamaño viven en el cuerpo de las orquídeas. Además, distintos animales aprovechan el agua que se acumula entre las hojas de esta planta para saciar su sed.
Isidro Ovando considera que es difícil evaluar la importancia individual de una especie, pero que cada orquídea es un elemento más de una red que permite la existencia de bosques tropicales como los mexicanos, y que su extinción podría tener impacto incluso a nivel del ciclo de algunos nutrientes.
El valor agregado de la conservación
A la importancia ecológica de las orquídeas se suma su importancia social, en el Soconusco, Guarianthe skinneri es una orquídea muy apreciada y, por otro lado, la conservación de las orquídeas podría traer beneficios económicos a los habitantes de la región, comenta Isidro Ovando.
En la región existe una fuerte actividad cafetalera y parte de ella se maneja como agricultura de conservación, en la que se permite que diferentes especies se desarrollen a la par que el café. Las especies que se privilegian son principalmente los árboles que dan sombra al café, pero en ellos viven orquídeas, bromelias, cactáceas, además de insectos, anfibios, aves e incluso mamíferos pequeños.
Esta diversidad en los cultivos contribuye a dinamizar los procesos ecológicos, al mismo tiempo que crea mercados especializados, comenta Isidro Ovando. Los agricultores generan un producto con valor agregado cuando ofrecen, además de un café orgánico, un café amigo de las aves, un café de sombra o un café que promueve la diversidad; así, los productores obtienen un estímulo económico por la conservación de sus tierras.
Agencia Informativa Conacyt