Cuando el arte y la ciencia se conjuntan generan algunas de las más impresionantes obras. Este es el caso de la intervención mexicana que realizaron investigadores del Instituto de Astronomía (IA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la Iglesia de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri en Roma, Italia.
El doctor Salvador Carlos Cuevas Cardona, del Departamento de Instrumentación del Instituto de Astronomía de la UNAM platicó en entrevista los detalles de esta colaboración que combinó ciencia, historia y arte en un solo recinto.
“Es un trabajo que se dio por encuentros sorpresivos de la vida cuando uno se encuentra con personajes muy interesantes. Yo estuve participando en la creación del Museo de la Luz de la UNAM en el Centro Histórico. Algunos museos se hacen para generar emociones y aprendizajes y con esa idea en mente trabajé para este museo.”, afirmó el investigador mexicano.
Casi al final de su total instalación, a mediados de la década de 1990, los personajes encargados de diseñar el Museo de la Luz decidieron incluir obras de arte relacionadas con la luz. Para esto es solicitaron al reconocido vitralista italiano Narcissus Quagliata que participase con una obra para el museo. Se trató de un vitral sin color donde el vidrio utilizado está compuesto de formas geométricas, lentes y prismas, una obra llamada La Luna.
Pero la colaboración entre Narcissus Quagliata y Salvador Cuevas continuó pues, al poco tiempo, el artista invitó al mexicano a realizar una obra de arte en Roma en la Iglesia de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri.
Un poco de historia
Este recinto histórico es una iglesia restaurada por Michelangelo Buonarroti mejor conocido por pintar la Capilla Sixtina y quien comenzó a trabajar en lo que fueran ruinas de más de mil años llamadas Termas de Diocleciano, uno de los antiguos baños romanos.
Estos fueron ordenados a construir por el Emperador Diocleciano en Roma, durante una época donde los emperadores romanos no aceptaban que hubiera cristianismo. A Diocleciano le llegaron noticias sobre una legión romana que se había convertido al cristianismo. Los mandó presentarse y los esclavizó para construir dichas termas romanas.
“Luego de que los baños fueran concluidos, los esclavos sobrevivientes fueron ejecutados convirtiéndose en unos de los primeros mártires cristianos. Durante muchos años la gente usó los mármoles de las termas para sus hogares y el edificio se convirtió en ruinas”, dijo el investigador.
Sin embargo, la autoridad religiosa de la época encargó que sobre esas ruinas se edificara una iglesia de la mano de Miguel Ángel.
Al mismo tiempo en las últimas décadas de 1500 existía la preocupación de utilizar el calendario juliano pues en ese punto ya estaba completamente desplazado con respecto a la Pascua. Como sabemos, la Pascua se debe de celebrar el domingo siguiente a la luna llena que sigue al equinoccio de primavera. En aquella época las fechas de la Pascua ya estaban muy desplazadas con respecto al calendario.
De la época de Julio César a aquellos años ya había un desplazamiento de 11 días. Todo esto se dio porque se introducían años bisiestos cada cuatro años ya que se pensaba que el año duraba exactamente 365 días y un cuarto. “Lo que no se conocía es que en realidad el año dura un poco menos. Había entonces que quitar años bisiestos al calendario. Esto se hizo quitando los años bisiestos de principio de cada siglo. Estas fueron las correcciones al calendario que se hicieron por orden del Papa Gregorio”.
“Ese pequeño ajuste hace que nuestro calendario actual esté sincronizado con el Sol, sobre todo porque para la iglesia católica era muy importante tener una fecha bien establecida y conocida con antelación para la Pascua porque por motivos de política de estado, esta se debía celebrar al mismo tiempo en todos los lugares del orbe”, explicó.
Fue entonces que a la mañana siguiente del 4 de octubre de 1582 amaneció siendo el 15 de octubre de acuerdo al ajuste del calendario. Además se quitaron los años bisiestos de cada principio de siglo que no fueran divisibles por 400. Así 2000 fue bisiesto, pero 1800 y 1900 no lo fueron. No obstante siempre existió la preocupación de tal vez haber cometido un error.
Para verificar la sincronización del calendario con la posición del Sol se diseñaron unos instrumentos muy precisos de astronomía observacional de esas épocas que son las llamadas líneas meridianas que fueron trazadas dentro de Santa María degli Angeli y otras iglesias en Europa. Funcionaban mediante un agujero en el techo que formaba un haz de luz de Sol al mediodía sobre una la línea en el suelo orientada norte-sur. Conforme cambia la inclinación de la Tierra con respecto al Sol, cambia la posición del haz de luz sobre esa línea y es posible encontrar la posición del equinoccio y de los solsticios para verificar que el calendario no se adelante o retrase.
“Hay que tomar en cuenta que era el siglo XVI pero que desde el siglo VIII ya había habido en Xochicalco un congreso de astrónomos para sincronizar el calendario Mesoamericano. Así que cuando se hizo en Europa la reforma del calendario, en Mesoamérica teníamos mas de 800 años de tener un calendario perfectamente sincronizado con la posición aparente del Sol, la Luna y Venus”, destacó Salvador Cuevas.
Astronomía y arte
Por las celebraciones de inicio del siglo en el año 2000 se le pidió al italiano Narcissus Quagliata que incluyera un vitral en forma de cúpula a la entrada de la iglesia de Santa Maria degli Angeli. El doctor Cuevas propuso colocar lentes en la obra de arte en una configuración que permitiera que la imagen del Sol se formara exactamente en el centro de la rotonda de entrada durante los equinoccios y solsticios anuales.
El artista accedió con entusiasmo y los científicos del Instituto de Astronomía involucrados en el proyecto se encargaron de diseñar y fabricar las lentes prismáticas, monturas mecánicas e instrumentos especiales para su ajuste.
Las lentes permiten el desvío de la luz solar para que su contacto con el piso de la rotonda sea de forma casi vertical y están colocadas en distintas posiciones en el sur de la cúpula del vitral teniendo diferentes ángulos de desviación durante los solsticios y los equinoccios.
Estas lentes además no sólo forman una mancha de luz en la rotonda, sino que también tienen la precisión suficiente para observar manchas solares, es decir que también actúan como telescopios solares una obra de arte. Por seguridad las lentes reducen 10 veces la concentración de luz para evitar riesgos a los visitantes de la iglesia. Para esto las lentes también utilizan filtros que transmiten la luz del Sol en colores naranja durante el verano, amarillo-naranja en equinoccios y amarillo durante el invierno.
Además de anualmente ofrecer este espectáculo de arte y ciencia, esta obra ha podido registrar el tránsito de Venus de 2004 siendo sus primeras operaciones en el año 2000 y sigue funcionando en perfecto estado y con constante mantenimiento, convirtiéndose en una obra que tiene la capacidad de combinar la ciencia, historia y arte en un solo recinto.