Cuenta la leyenda que hace muchos años, en Dzitnup, poblado de Valladolid, en Yucatán, había unos campesinos que poseían un cerdo travieso al que le encantaba correr entre los árboles y la vegetación del monte, pero siempre regresaba a la casa de sus dueños. Lo curioso es que cuando volvía a su hogar, el cerdito siempre estaba cubierto de lodo, incluso durante la temporada de sequía.
Los dueños, curiosos e intrigados por saber de qué forma el cerdo encontraba agua para enlodarse, un día decidieron seguirlo. El porcino los llevó hasta la entrada de una cueva y, cuando entraron, se percataron de que no era una caverna común sino un cenote, mismo al que decidieron bautizar como como X’kekén (cerdo, en maya).
X’kekén es considerado uno de los cenotes más hermosos de México. Tiene tres entradas de acceso. Justo en medio de la bóveda de la caverna hay un agujero por donde se filtra un haz de luz que ilumina el espejo de agua cristalina del cenote. Además las estalactitas y estalagmitas, de múltiples formas y tonalidades, le confieren un paisaje variado al lugar.
En este cuerpo de agua, que en su parte más honda tiene 20 metros de profundidad, se puede nadar plácidamente o sumergirse con snorkel para observar mejor a los peces que lo habitan.
Es necesario recordar que los antiguos mayas consideraban que los cenotes (de los cuales hay más de 2 mil 500 en el estado de Yucatán) eran portales al inframundo que conectaban el plano de los vivos con el de los muertos.