Para la civilización maya los cenotes eran lugar de nacimiento de la vida, ventanas al inframundo y contenedores de aguas sagradas. Y en realidad, al ser el único punto de acceso al acuífero subterráneo, los cenotes de la Península de Yucatán dan vida a animales, plantas y humanos.

A falta de ríos y lagos, la vida en la península se sostiene gracias al acuífero subterráneo que se ha formado por la infiltración del agua de lluvia a través del suelo poroso y fracturado que caracteriza a la región. Pero la porosidad que da orígen al acuífero también lo vuelve susceptible a la contaminación, pues no solo la lluvia, también los contaminantes pueden infiltrase hasta alcanzar el agua contenida en el subsuelo. Una vez allí los contaminantes pueden almacenarse o distribuirse y extender el problema de contaminación.

El acuífero subterráneo es la principal fuente de agua dulce para los asentamientos humanos de la península, incluso para las ciudades de Mérida, Cancún y Playa del Carmen.

Al ser los únicos cuerpos de agua en el norte de la península, los cenotes son vitales para la diversidad biológica. Proveen de agua y son hábitat de insectos, reptiles, mamíferos, aves, peces y plantas.

Cuando cae, el agua de lluvia se vuelve ligeramente ácida al absorber dióxido de carbono de la atmósfera (CO2). Al llegar a la tierra, el agua ácida disuelve la piedra que forma el subsuelo península y la vuelve más porosa

El agua de lluvia sigue disolviendo la roca caliza formando grietas y fracturas que se ensanchan hasta formar cuevas. Con el paso del tiempo el techo de las cuevas puede colapsar y dejar al descubierto el manto acuífero. En ese momento se ha formado un cenote.

Al filtrarse por el subsuelo y llegar a una cavidad aérea, el CO2 disuelto en el agua se convierte de nuevo en gas y el agua pierde su capacidad de disolver minerales. Esto ocasiona que los minerales se depositen formando estalactitas, estalagmitas y columnas.

El proceso de disolución de la piedra caliza ha sucedido en Yucatán desde hace unos 60 ó 70 millones de años. Esta es la razón de el paisaje tan característico de la región. A este paisaje se le denomina paisaje kárstico.

Cenotes y humanos:

Los cenotes están cargados de un significado histórico y han sido objeto de veneración para las comunidades mayas.

En la península, la población maya prehispánica dependían casi en su totalidad del agua del acuíferos subterráneo, a la cual accedía gracias a los cenotes, las grutas-cenote y los pozos. Además recolectaban el agua de lluvia en chultunes, depósitos parecidos a aljibes que se construían en la roca caliza.

En el siglo XVI la política colonial tenía como prioridad establecer las poblaciones humanas donde el abasto de agua estuviera garantizado. Por esta razón las comunidades de la época estaban asociadas a uno o varios cenotes.

En la actualidad los cenotes se han convertido en un bien turístico. Aunque en algunas comunidades siguen siendo la principal fuente de agua dulce y mantienen su importancia espiritual.

Contaminación

La porosidad y las grietas en el subsuelo vuelven al acuífero subterráneo muy susceptible a la contaminación. Pues las aguas residuales, los plaguicidas, fertilizantes, aceites de motor y otros líquidos pueden percolar hasta el agua subterránea.

En la península no existe un sistema de drenaje público, la mayoría del agua de desecho termina en en sumideros que van directamente al acuífero o a fosas sépticas que no proveen un tratamiento suficiente. Para el 2014, solo el 2.4 por ciento de las aguas residuales provenientes de los hogares de Yucatán recibían tratamiento.

Agencia Informativa Conacyt