Valladolid, en Yucatán, es uno de los poblados coloniales más pintorescos del sureste mexicano, pero hace cientos de años, previo a la llegada de los españoles, aquel lugar conocido como Zací (gavilán blanco en maya), era una importante ciudad del antiguo imperio maya.
En aquellos tiempos dos cacicazgos, los Cupules y los Cocomes, se encontraban en disputa por el control de Zací y el hermoso cenote de aguas cristalinas que llevaba el mismo nombre del pueblo.
Sobre la bóveda del cenote vivía la X’men (curandera y sabia del pueblo). Ella era la líder de los Cocomes, una mujer anciana y poderosa porque podía comunicarse con los dioses. Pero el Halach-uinic (gobernador), quien era el que regía el destino de la ciudad y dictaba las leyes era de los Cupules. Éste tenía un hijo llamado Hul-Kin (rayo de sol). La X’men, por su parte, perdió a su hija mientras daba a luz a Zac-Nicte (flor blanca), motivo por el que la anciana amaba con toda el alma a su nieta, quien le alegraba la vida.
Hul-Kin y Zac-Nite crecieron y rivalizaron por el control de Zací. Sin embargo, conforme fueron pasando los años de su juventud, entre ellos surgió una fuerte amistad y más tarde se encendió la chispa del amor, un sentimiento que no compartieron con nadie, pues eran de cacicazgos rivales y su unión deshonraría a sus respectivas familias.
El Halach-uinic supo de la relación “inapropiada y fuera de la ley” de su hijo, a quien de inmediato lo mudó a un distante poblado del sur de Yucatán, con cuyo regidor ya se había acordado una boda entre su hija y Hul-Kin. La noticia destrozó a Zac-Nite, quien estaba embarazada de su amor, una confesión que le hizo a su abuela., quien le prometió a su nieta que le pediría a los dioses para traer de regreso a Hul-Kin.
Conforme pasaron los días, el hijo del Halach-uinic se olvidó deYucatán, e, porque su prometida era también de una belleza excepcional. Sin embargo, la X’men deseaba sanar la amargura de su nieta, por ello quemó copal todas las noches de luna llena y le pidió a los dioses que trajeran de regreso a Hul-Kin, el verdadero amor de Zac-Nite, quien como parte del ritual se bañaba en las prístinas aguas del cenote.
El tiempo siguió su curso. Hul-Kin se casaría con su prometida, noticia que llegó a los oídos de Zac-Nite, quien una noche antes de la boda de su amado decidió atar una piedra muy pesada en su cabello y se arrojó al cenote. Hul-Kin se enteró de la tragedia y regresó a Zací. El dolor y el desconsuelo oprimieron su pecho. En medio de nostalgia y desesperación, aquel hombre, quebrado por dentro, vio la tumba de agua de su amada y sin vacilar se lanzó al fondo de aquel líquido espejo del que jamás volvió a emerger.
La X’men presenció aquel acto de amor entregado, no sin olvidar el luto en el que estaba por su nieta. Con lágrimas en los ojos, se acercó al borde de la bóveda y arrojó una flor de mayo blanca y dijo: “Zac-Nite, he cumplido. Traje a Hul-Kin y ahora te acompaña para siempre”. Tras pronunciar estas palabras, la hechicera profirió una maldición al cenote de Zací: cada año, cuando la superficie del agua se tornara de un color verde obscuro, una persona se ahogaría en honor del amor de Zac-Nite y Hul-Kin.