La pasión por conocer todo lo que existe a su alrededor y el porqué ocurren los fenómenos de la naturaleza, motivaron a la doctora Lucía Capra Pedol a estudiar geología, particularmente los volcanes, que para ella son ventanas al interior de la Tierra que estimulan la investigación.
De origen italiano, Lucía Capra es egresada de la carrera de geología en la Universidad de Milán y el posgrado en geofísica con especialidad en vulcanología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además del doctorado en ciencias y el posgrado en ciencias de la Tierra por el Instituto de Geofísica.
Actualmente se desempeña como investigadora y secretaria académica en el Centro de Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla, donde ha desarrollado estudios respecto a la estratigrafía volcánica asociada a la actividad de grandes derrumbes, no solo en zonas volcánicas sino en otros tipos de laderas de relieve.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Lucía Capra Pedol detalló las líneas de investigación que desarrolla en la UNAM, además de ofrecer detalles de su libro Los volcanes y sus amenazas, que redactó junto con el investigador del Instituto de Geofísica, José Luis Macías Vázquez, que ofrece un recuento y estudio de los volcanes alrededor del mundo.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué líneas de investigación está desarrollando en el Centro de Geociencias de la UNAM?
Lucía Capra Pedol (LCP): A partir de julio de 2006, trabajo en el Centro de Geociencias en donde he podido llevar a cabo mis principales líneas de investigación que son la estratigrafía de volcanes activos para reconstruir su historia geológica y poder definir cuáles podrían ser los posibles escenarios eruptivos a futuro y eso se basa en trabajos de campo y también en modelos numéricos.
Estos modelos nos hacen estudiar posibles escenarios futuros para saber cuáles podrían ser zonas de afectación. Uno de los resultados principales de estas investigaciones ha sido la generación de mapas de peligros volcánicos, desde el Tres Vírgenes de Baja California, el Nevado de Toluca en el Estado de México; el Chichonal de Chiapas, el Volcán de Colima, y recientemente hemos hecho la actualización del mapa de peligro del volcán Popocatépetl junto a investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Al mismo tiempo me dedico al monitoreo de algunos procesos volcánicos, como son lahares, fenómenos que ocurren durante temporada de lluvias en volcanes que en sus laderas tienen material suelto fácilmente erosionable. Esto se está estudiando sobre todo en el Volcán de Colima y estamos empezando a hacer lo mismo en el Popocatépetl y el Tacaná, ubicado en los límites de Guatemala y México.
AIC: ¿Cómo se llevan a cabo estos estudios?
LCP: Lo que tenemos son estaciones de monitoreo equipadas con videocámaras en zonas sísmicas, durante la temporada de lluvia, adquirimos datos que nos sirven ya sea para hacer una investigación, pero también en sistemas de alerta para protección civil.
A ellos les damos la información para que puedan tomar medidas de tener una respuesta rápida en caso de que estos flujos vayan a afectar algún poblado. Esas son mis líneas de investigación, pero de hobby me gusta también correlacionar actividad de volcanes que ahora ya no se consideran activos, pero que han tenido grandes erupciones en el pasado y su relación con las condiciones del clima.
Se ha visto mucha relación entre condiciones climáticas particulares, como la presencia de glaciares en volcanes y el cambio en el estilo eruptivo, no tanto por el magma sino por qué tipo de clima había en ese momento, o sea una relación entre paleoclimas y volcanes.
AIC: ¿Cómo surge su interés por esta correlación?
LCP: Cuando se estudia un volcán suele limitarse al proceso que se está estudiando y se trata de explicarlo con teorías relacionadas sin abrirse un poco más a ver cuál era el entorno en ese momento. Por ejemplo, el Nevado de Toluca, durante la última glaciación, no ha tenido ningún tipo de actividad eruptiva y eso es anómalo, porque dura aproximadamente ocho mil años. Aparentemente fue la presencia de un gran glaciar que estuvo inhibiendo un proceso magmático.
El volcán no hizo erupción no porque no quería, sino porque que la presencia de un gran casquete glaciar no se lo permitía. Yo me enfoco más en otros campos interdisciplinarios para entender mejor la evolución de un volcán y los paleoclimas que los afectan.
AIC: ¿Cómo se realiza este trabajo de investigación?
LCP: Lo que se hace es ir a campo y ver qué tipo de depósitos hay alrededor del volcán; eso nos habla del tipo de erupción que hizo. Después hay métodos que nos permiten fechar esas erupciones, si fue algo cíclico —algo muy raro en los volcanes— o si es algo más esporádico, para poder establecer la posibilidad de que en los siguientes años vaya a haber una erupción. Hay estilos eruptivos que podrían predecirse con algo de anticipación, con base en el conocimiento de las zonas de posible afectación y hacer una evacuación oportuna de la gente.
Hay otros procesos que son impredecibles, por lo que habría que estar preparados, lo que es difícil de hacer no solo en México sino en el mundo entero. Incluso podría servir para una planeación territorial con el objetivo de no permitir que se construyeran zonas habitacionales en áreas que pudieran ser afectadas.
Esto ha sido un problema en el Popocatépetl, porque la gente no quiere evacuar y nos preguntan que para qué si el volcán no ha hecho explosiones considerables que afecten a las poblaciones cercanas y que solo les ha caído ceniza; pero con base en la reconstrucción geológica y vulcanológica, sabemos que sí se puede tener un escenario de mucho mayor magnitud.
AIC: ¿Es una situación similar la del Volcán de Colima?
LCP: El Volcán de Colima tuvo una actividad explosiva inusual en julio de 2015, lo que provocó que se evacuara un poblado de manera repentina; ya después se calmó y regresaron a sus casas. El problema es que fue una actividad tan extraña que ahora la gente está preocupada y creen que algo más grande podría ocurrir; algo parecido a la erupción de ese mismo volcán en 1913.
No hubo muchos muertos porque los productos de la erupción llegaron a zonas que en ese entonces no estaban muy pobladas, pero actualmente, en un radio de 15 kilómetros de la cima del volcán hay por lo menos ocho mil personas. El impacto sería completamente diferente. La gente del observatorio estaba detectando un incremento en la actividad sísmica, pero no de tal magnitud. Es un escenario que no se había observado en el Volcán de Colima y no hay registro en estratigrafía del volcán con esas características.
Cada volcán es diferente. Hay modelos generales para distintos estilos eruptivos y diferentes formas volcánicas, pero cada uno es diferente. México es un país ideal para un vulcanólogo porque hay muchos, actualmente se identifican alrededor de 14 volcanes que se consideran activos.
El libro Los volcanes y sus amenazas, conocimiento para todos
AIC: ¿Qué nos pude platicar del libro Los volcanes y sus amenazas, que publicó junto con el doctor José Luis Macías Vázquez y que fue editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE)?
LCP: En la parte inicial del libro presentamos cuál es el escenario de los volcanes activos en el mundo y las tragedias asociadas a grandes erupciones, para poder justificar por qué se estudia un volcán activo y por qué se produce mapa de peligro. Ya después, con una pequeña introducción, el lector puede entender cómo se origina un volcán y su geografía.
Si nosotros tomamos un mapa, encontramos que la distribución de los volcanes no es casualidad, tiene una relación directa con la tectónica de placas principalmente.
Se ofrece también una pequeña descripción de qué es el magma, por qué puede tener diferentes composiciones y, sobre todo, dependiendo de eso, si habrá una erupción más o menos explosiva. Mostramos el cómo se construye un mapa de peligro, desde conocer la historia eruptiva del volcán, hacer mapas geológicos donde se indica la distribución de los depósitos antiguos, así como los modelos numéricos para poder realizar mapas finales, ejemplificado todo con volcanes mexicanos.
AIC: ¿A qué público va dirigido este libro?
LCP: Tratamos que el lenguaje fuera muy básico, no se requiere tener ninguna preparación previa sobre el tema porque buscamos dar al lector todas las herramientas para que puedan entender cada concepto. Tengo entendido que se usa a nivel de bachillerato y licenciatura como lectura para apoyar sus clases de ciencias y he contactado lectores de otros países como Colombia y España. El alcance que tiene la editorial es muy grande. Además, el libro trae ilustraciones que apoyan la descripción de los temas.
Conacyt