Oriundo de Cuernavaca, donde nació el 20 de noviembre de 1937, este sábado 11 de enero, a los 82 años de edad, falleció en su ciudad natal el maestro Jorge Cázares Campos, distinguido pintor que puso en el mapa del mundo a Morelos mediante su reconocida obra.
Considerado una personalidad del medio cultural, su labor como promotor fue fundamental para el fortalecimiento del Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca (IRBAC), por el que luchó codo a codo con su amigo, el maestro bailarín Raúl Aguilar, así como en la fundación del Centro Morelense de las Artes (CMA), la adquisición del Teatro Ocampo y del Teatro de la Ciudad (ahora Cine Morelos), ambos edificios emblemáticos de Cuernavaca, y la consolidación del Instituto de Cultura de Morelos (ICM), actual Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos, favoreciendo a miles de jóvenes morelenses que, de no haberse dado estos esfuerzos, difícilmente contarían ahora con una carrera artística.
“Somos ricos en seres pensantes y enormes en sentimientos –decía el maestro Cázares–; lo que debemos hacer los artistas es contagiar a la sociedad entera de generosidad, dar a quien no tiene, y el que no tiene que haga esfuerzo para que tenga”, filosofía que lo marcó de por vida y que lo hizo ser el sostén económico de su madre y sus hermanos y, posteriormente, dar impulso a los jóvenes aspirantes a artistas que, ya como alumnos o como admiradores, se acercaron a él en busca de su sabiduría y su protección.
Con el impulso de pintar desde niño, muy joven, antes de ingresar como alumno al IRBAC, se convierte en el aprendiz del pintor Luis Betanzos, quien se dedica a pintar cuadros y pinturas de corte turístico, más la inquietud del maestro Cázares lo fue llevando a convertirse en un autodidacta que fue conociendo a los grandes maestros de la pintura a través de las páginas de los libros con los que fue conformando su biblioteca y nutriendo su espíritu, al grado de convertirse en maestro en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y en un pintor cuyos famosos peñascos y campos, acantilados y colinas, enmarcados por la amplitud del cielo morelense surcado por las aves en vuelo, lo sitúan al lado de otros pintores mexicanos como el Dr. Atl o José María Velasco.
“Yo nací para ser pintor”, afirmaba el maestro Cázares, y así lo demuestran sus paletas de colores, su caballete, en medio de su estudio de su casa, en el centro de Cuernavaca, en la calle que, como un homenaje en vida, lleva su nombre, así como los cientos de paisajes urbanos y rurales que realizó y varios de los cuales se exponen permanentemente en el Palacio de Gobierno del estado de Morelos.
La sociedad cultural morelense dio su último adiós a este gran hombre que lega una obra y un ejemplo prominentes, ayer domingo 12 de enero en el Jardín Borda, donde el Gobierno del Estado le rendió un homenaje de cuerpo presente.